Garcilaso de la Vega, quien declaró en 1609: "Soy mestizo, lo digo a boca llena y me honro con ello", es considerado posiblemente el primer peruano de la historia. Su afirmación refleja la aceptación y orgullo de la identidad mestiza.
El mestizaje también se refleja en el paisaje peruano, con influencias españolas como las rosas y elementos autóctonos como las canas. Además, el cambio climático en el norte se ha dado en parte debido a que el algarrobo y el olivo se han convertido en símbolos del Perú.
La gastronomía peruana también es producto del mestizaje, con una combinación de influencias españolas y andinas. Un plato emblemático que refleja esta fusión es la combinación de quinua, arroz y huevo frito.
El lenguaje peruano es principalmente español, pero también incorpora palabras propias, como el "ceviche", que incluso está incluido en el diccionario de la Real Academia de la Lengua.
En cuanto al transporte, la mula desempeñó un papel central en el comercio del sur durante el período del virreinato, y su ruta abarcaba desde Buenos Aires hasta Cusco. Sin embargo, no hay estudios exhaustivos sobre la historia de la mula.
El arte en Perú se manifiesta en la arquitectura, como la catedral de Cusco, y en pinturas que representan figuras religiosas como San José, Poncho y María, reflejando el estilo del barroco indiano.
El culto religioso también refleja la mezcla cultural, con expresiones como el Corpus de Cusco y las procesiones de Semana Santa en Ayacucho, que muestran la inculturación de la fe.
Todos estos elementos se reflejan en los cambios de la vida cotidiana. Por ejemplo, en las casas se introdujeron nuevos elementos como muebles, mesas, sillas y roperos, transformando tanto el aspecto físico de las viviendas como la mentalidad de las personas.
La memoria de un peruano del siglo XIX es muy rica, aunque varía según la región. Es importante asociar todos estos elementos, tanto lo andino como lo español, para comprender la identidad peruana en su conjunto.
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